Viernes 8 de agosto de 2008.
Corresponsalía.
Ante la desconfianza interna, crece la inquietud por el financiamiento que debe lograr el Estado.
Buenos Aires. El riesgo país llegó ayer a su nivel más alto desde la reestructuración de la deuda en 2005, tras una jornada explosiva que conjugó un contexto externo negativo –malos datos sobre la economía de Estados Unidos–, y mayor incertidumbre local.
El día fue tan negro para los bonos, cayeron en promedio cinco por ciento, que corrió fuerte el rumor de una baja de la calificación de la deuda de la Argentina, provocando que las cotizaciones se desplomen aun más.
El rumor se alimentó de un hecho fáctico, el riesgo país –medido por el índice Embi+ del banco JP Morgan–, rozó los 700 puntos, lo suficiente como para que la consultora Standard & Poor’s, que puso en revisión negativa la calificación de la deuda argentina en abril pasado, tenga argumentos para decidir una baja de la calificación de (B+) a (B-), el grado inmediatamente anterior al del default.
Los analistas destacaron que ayer cobró mayor importancia el “repudio” generalizado del “mercado” a las estadísticas del Indec, tras el cuestionamiento público de la cúpula de la Unión Industrial Argentina (UIA) y empresarios con nombre propio, que desató un “vuelo a la calidad” (desprenderse de activos riesgosos).
Ocurre que gran parte de la deuda reestructurada está ajustada por el Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER), elaborado en base al índice de precios al consumidor, y la reciente defensa del Gobierno al secretario de Comercio, Guillermo Moreno, echaron por tierra las expectativas de cambio.
A su vez, se suman señales de desaceleración de la economía, lo que agrava los temores sobre el financiamiento que logrará captar el país el año próximo para afrontar sus compromisos financieros. Según datos de la Secretaría de Financiamiento serán necesarios 11.800 millones de dólares, el doble de las necesidades de este año.
Hasta el momento, el Gobierno ha utilizado la “vía venezolana” para cubrir sus necesidades, lo que ha generado mayor incertidumbre porque son colocaciones directas convalidando tasas que se estiman por encima del 14 por ciento. Es decir, superiores a las que pagó Domingo Cavallo con el megacanje de 2000.
“Entre los inversores empieza a ponerse en el tapete lo peligroso de la caja (financiamiento) del año que viene y las señales de desaceleración de la economía”, sostuvo Guillermo Curutchet, analista de Sudamericana de Finanzas, al explicar la caída de los activos. “Hay nubarrones y nadie quiere invertir”, reconoció.
El analista de Puente Hermanos Agustín Trella suma como factores que desataron la suba del riesgo país, la menor compra de bonos del Central y la espera de la revisión de la calificadora S&P de 150 securitizaciones, a raíz del nuevo régimen impositivo para fideicomisos.
http://archivo.lavoz.com.ar/08/08/08/secciones/economia/nota.asp?nota_id=229025
Corresponsalía.
Ante la desconfianza interna, crece la inquietud por el financiamiento que debe lograr el Estado.
Buenos Aires. El riesgo país llegó ayer a su nivel más alto desde la reestructuración de la deuda en 2005, tras una jornada explosiva que conjugó un contexto externo negativo –malos datos sobre la economía de Estados Unidos–, y mayor incertidumbre local.
El día fue tan negro para los bonos, cayeron en promedio cinco por ciento, que corrió fuerte el rumor de una baja de la calificación de la deuda de la Argentina, provocando que las cotizaciones se desplomen aun más.
El rumor se alimentó de un hecho fáctico, el riesgo país –medido por el índice Embi+ del banco JP Morgan–, rozó los 700 puntos, lo suficiente como para que la consultora Standard & Poor’s, que puso en revisión negativa la calificación de la deuda argentina en abril pasado, tenga argumentos para decidir una baja de la calificación de (B+) a (B-), el grado inmediatamente anterior al del default.
Los analistas destacaron que ayer cobró mayor importancia el “repudio” generalizado del “mercado” a las estadísticas del Indec, tras el cuestionamiento público de la cúpula de la Unión Industrial Argentina (UIA) y empresarios con nombre propio, que desató un “vuelo a la calidad” (desprenderse de activos riesgosos).
Ocurre que gran parte de la deuda reestructurada está ajustada por el Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER), elaborado en base al índice de precios al consumidor, y la reciente defensa del Gobierno al secretario de Comercio, Guillermo Moreno, echaron por tierra las expectativas de cambio.
A su vez, se suman señales de desaceleración de la economía, lo que agrava los temores sobre el financiamiento que logrará captar el país el año próximo para afrontar sus compromisos financieros. Según datos de la Secretaría de Financiamiento serán necesarios 11.800 millones de dólares, el doble de las necesidades de este año.
Hasta el momento, el Gobierno ha utilizado la “vía venezolana” para cubrir sus necesidades, lo que ha generado mayor incertidumbre porque son colocaciones directas convalidando tasas que se estiman por encima del 14 por ciento. Es decir, superiores a las que pagó Domingo Cavallo con el megacanje de 2000.
“Entre los inversores empieza a ponerse en el tapete lo peligroso de la caja (financiamiento) del año que viene y las señales de desaceleración de la economía”, sostuvo Guillermo Curutchet, analista de Sudamericana de Finanzas, al explicar la caída de los activos. “Hay nubarrones y nadie quiere invertir”, reconoció.
El analista de Puente Hermanos Agustín Trella suma como factores que desataron la suba del riesgo país, la menor compra de bonos del Central y la espera de la revisión de la calificadora S&P de 150 securitizaciones, a raíz del nuevo régimen impositivo para fideicomisos.
http://archivo.lavoz.com.ar/08/08/08/secciones/economia/nota.asp?nota_id=229025
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